El uruguayo comenzó la temporada sin poder jugar por la sanción y fue duramente criticado en sus primeros meses. La Champions es su gran oportunidad
El mundo del fútbol es así, un día estás en lo más alto, siendo admirado por todo un planera, mientras que al día siguiente puedes caer a lo más hondo, al más profundo ostracismo. Es la historia de Luis Suárez en el último año. El uruguayo olvidó aquel mordisco a Ivanovic hace un par de temporadas con un año sensacional en la Premier, que además propició su llegada al FC Barcelona. En el Mundial se esperaban grandes cosas del mejor jugador del año en Inglaterra pese a llegar tocado,y fue precisamente ante los ingleses donde entonó su recital.
Aquel doblete ante los pross fue el preludio, aquella escalada hacia la cima del fúbol fue tocar techo antes de caer del todo. Un nuevo mordisco a Chiellini unos días después desencadenó su derrumbe. Una sanción ejemplar le dejaba fuera del Mundial y sin poder jugar los primeros meses de competición con el que posteriormente sería su nuevo club, el Barça. Fueron meses duros en los que el delantero charrúa se vio castigado con puño de hierro, hasta el día en el que por fin pudo regresar a su hábitat natural.
El 25 de octubre, Luis Suárez era titular en el Bernabéu, aunque no iba a ser todo de color de rosas en su vuelta. Fueron meses de angustia, de críticas dañinas de aquellos que esperaban ver al killer voraz y despiadado del Liverpool. Su fútbol mejoraba, Luis Enrique reiteraba su confianza en él, pero el momento no era el deseado. Suárez anotó únicamente 5 goles desde su debut hasta el mes de febrero, algo intolerable para un jugador de su postín. Dos goles en Liga, uno en Copa y dos en Champions alimentaban su pobre estadísitica.
El punto de inflexión llegaría a partir de febrero. Fue entonces cuando empezamos a ver al Suárez que acostumbrábamos en Inglaterra. Un Suárez más cercano a la zona de influencia de un '9' como él, un Suárez acertado de cara a portería y que no se iba a esconder en los encuentros de máxima magnitud. El 22 de marzo, justo una vuelta después de su debut con la camiseta azulgrana, llegaría el esperado instante. Un gol que daba la victoria ante el Real Madrid y que golpeaba con fuerza la mesa de la Liga, que acabaría por no escaparse de las manos culés.
El año de Luis Suárez en el Barça comenzó con turbulencias, de eso no hay duda, pero en el fútbol siempre, o casi siempre, habrá oportunidad de saldar deudas. Los 24 goles del uruguayo así lo atestiguan. Pero aún queda el gran reto, la gran cita, el momento en el que su deuda con el fútbol puede ser saldada. Será en Alemania, en Berlín, sin la esperada presencia de Chiellini, pero donde sí estará Evra, otro amigo de Suárez. Estas son las ocasiones en las que deben brillar los más grandes, y Suárez está entre ellos.
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